16 de noviembre de 2007

Entre moscas y proteínas, Tomás sigue adelante


Recuerdo cuando fui a hacerle la nota. Llegar al laboratorio donde trabajaba Nicolás Tomasini significó atravesar un verdadero laberinto que forman los edificios de la Academia Nacional de Ciencias, el viejo Rectorado y la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, en el centro de la ciudad. En ese momento, estaba trabajando con la mosca de la fruta, el bichito que tiene el 60% de su genoma igual al del hombre y uno de los más estudiados en Biología. Fue en agosto de 2005. En la secundaria había ganado la medalla de oro en las Olimpiadas Nacionales de Biología, pero no tenía plata para venirse a Córdoba (es de Sampacho, cerca de Río Cuarto) y estudiar en la universidad. El gobierno le dio una beca de 250 pesos mensuales. Con 150 pagaba el alquiler y los otros 100, para vivir. Cuando le pregunté si quería irse del país, con la incertidumbre en su rostro, me dijo que no tenía nada previsto pero que quería quedarse para devolverle al país la beca que le otorgaron. Y se pudo quedar gracias a otra beca de doctorado del Foncyt. Ahora me entero que el equipo donde trabaja él en el laboratorio del CIQUIBIC del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Químicas obtuvo un premio por un estudio de una proteína que participa en el desarrollo de los tumores nerviosos. Bloqueando esta proteína (llamada c-Fos) se podría controlar este tipo de cáncer. Seguí adelante, Tomás.

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